El trabajo describe todos los pasos dados en el tratamiento de estabilización y conservación de un singular objeto metálico de época romana (siglo Iº d.C.). Las dos anteojeras militares halladas en el campamento de Herrera de Pisuerga (Palencia) son protectores oculares para ser adaptados al caballo de un alto mando durante los desfiles; hasta hoy son únicas en la Península Ibérica. Previamente a su intervención se realizaron los correspondientes análisis, en primer lugar para conocer la composición de su núcleo, obteniéndose que se trataba de latón. Finalmente de los productos de alteración, donde las sucesivas capas de óxidos y sulfuro recubrían a los restos metálicos. En superficie, estos habían moldeado el primitivo suelo, formado por restos vegetales sobre los que yacía el objeto y que constituían una dura capa deformante. Más dura incluso que el propio objeto, que resultaba frágil y estaba fracturado e incompleto.